Petracos
El Pla de
Petracos, sin duda alguna estuvo habitado por los moriscos durante muchos años,
hasta que fueron expulsados por el decreto de expulsión del año 1609, pero, el
lugar ha estado habitado por hombres y mujeres mucho antes, como lo testimonian
las pinturas rupestres localizadas y descubiertas en 1980 por miembros del
Centre d’Estudis Contestans y declaradas Patrimonio de la Humanidad por parte de la
Unesco en el año 1998.
Macroesquemático
Es una manifestación artística exclusiva de
las tierras alicantinas limitadas por el mar y la sierras de Aitana Benicadell
y Mariola.
Se considera
que en Petracos se encuentran las muestras más valiosas del denominado
"Arte Macroesquemático", caracterizado por las pinturas de gran
tamaño realizadas en un color rojo oscuro, y que resultan fácilmente visibles a
cierta distancia.
Se les calcula
unos 8.000 años de antigüedad representativas del arte macroesquemático
levantino.
El Pla de
Petracos es uno de los yacimientos de arte rupestre más importantes del Pais
Valenciá, lo que motivó que, en el año 2005, la Generalidad Valenciana declarase el Pla de
Petracos como Parque de Interés Cultural.
El conjunto se
compone de ocho abrigos, cinco de los cuales presentan motivos perfectamente
visibles.
En el periodo
en el que se realizaron las pinturas se piensa que la zona era un santuario: un
lugar de encuentro y culto de gentes unidas por creencias profundas, entre las
que la fertilidad y la fecundidad, el ciclo agrícola o los vínculos familiares
cobraban un protagonismo especial.
las pinturas
se distribuyen en una espectacular pared rocosa, con especial orientación y una serie de pequeños abrigos con paredes
de color rojizo que contrastan con el gris del resto de la roca. La pared se
presenta como un retablo organizado.
Las pinturas
se encuentran protegidas mediante una veja, garantizando de alguna manera la
conservación de las mismas para generaciones venideras, las pinturas son
perfectamente visibles desde la distancia ubicadas en los abrigos aislados
existentes en un plano superior al que nosotros nos encontraremos.
En definitiva podemos decir que este
yacimiento es uno de los enclaves de arte rupestre más importante del Neolítico
de la Península
Ibérica, cuyas manifestaciones pictóricas están vinculadas a
los primeros grupos de agricultores y ganaderos que llegaron a las tierras del
norte de Alicante, hace 8.000 años
Petracos
pertenece al término municipal de Castell de Castells y esta situado al margen
izquierdo de lo que podríamos definir como final del Barranc de Malafí a unos 500 metros de altitud,
en el Vall de Pop dentro de la comarca de la Marina Alta
Las pinturas
Ciervo de estilo levantino que dolorido
tras haber sido herido por flechas vuelve la cabeza. Podría ser la única
pintura que se conserva en este abrigo ya que podría formar parte de alguna
escena
Orante. Del cuerpo, parten los brazos y
las piernas, pudiéndose observar los dedos en manos y pies. La cabeza, dotada
de rayos, sugiere su relación con un culto celeste y los trazos curvos a un lado
y a otro de la figura principal se pueden poner en relación con la
sacralización de la vegetación. Por encima de este orante se observa otra
figura humana en actitud de movimiento con un objeto que cuelga en su brazo
derecho.
Las figuras humanas que aparecen se han
interpretado como la representación de la familia. Destaca una figura central
que presenta un triángulo elaborado a partir de grandes puntos encima de su
cabeza, con otras figuras humanas a cada uno de sus lados. Estas tres figuras
parecen querer salir del abrigo, pudiéndose considerar a la gran mancha de la
derecha como la representación de una de las paredes de la cueva santuario. En
todo el Mediterráneo se utilizaban imágenes de mujeres, en ocasiones en actitud
de orante, como protectoras de la fertilidad de las tierras, animales y
personas.
Una representación del ciclo agrícola
sacralizado. Todo el motivo que se observa en esta abrigo parte de dos
pseudo círculos inferiores que se han interpretado como la semilla o el germen
creador. De ellos surge con fuerza el vegetal que acaba de la misma manera que
los brazos del orante del abrigo central, lo que sugiere, desde el simbolismo,
una estrecha relación entre el ciclo agrícola y el hombre. Llaman la atención
los círculos que se disponen a un lado y otro del trazo central.
Los primeros agricultores y pastores la
fecundidad y la fertilidad constituyen los valores principales. A la vez que se
sacraliza el ciclo agrícola las figuras femeninas vinculan en todo el
Mediterráneo a la mujer con la fertilidad. Junto a la misma algunos animales
representan valores concretos, constituyendo el toro la imagen más precisa de
la fecundidad. En este abrigo, a la derecha, se representa de manera muy
esquemática la cabeza de un toro visto de frente, destacando sus ojos y cuernos
(los trazos del extremo derecho se interpretan como una representación del
cuello del animal). A la izquierda se representa a una mujer vestida con una
larga falda, una diosa o sacerdotisa, de la que no se conserva la cabeza.